jueves, 10 de enero de 2008

Y no siempre me funciona...

“Porque a eso que llaman problemas… pueden ser oportunidades, a lo que llaman fracasos pueden ser ensayos de triunfos y a lo que llaman depresión, puede ser un sabio intento de encontrar un nuevo camino para la realización”.

Suena cursi, lo sé, pero muy cierto lo siento en este momento. Mis ensayos no son más que intentos muchas veces. Intento crecer, intento amar, intento dar, intento disfrutar mientras tanto del camino. Y no siempre me funciona. Pero aún así lo importante: lo intento. No siento que quede varada en medio del camino sin elegir que lado de la vía quiero toma. Sé que elijo y me equivoco, pero muchas veces equivocándome acierto, muchas otras no. La vida en un sinfín de pasos, acertados errados pequeños grandes y de los otros. Esos que unos los da no sabe bien por qué, porque simplemente salen de adentro y van a parar al afuera.

Muchas veces vivo de pasos como esos, pasos que me dicen quiero esto ya ahora y así, esto que me dura diez minutos y que durante ese lapso de tiempo, eso que quiero se convierte en la fuente de mis días. La vida no es así, de vez en cuando lo veo. La vida es el deseo, los sueños que duran una eternidad, los momentos generados y lo que queda dentro cuando pasan. La vida es un cúmulo de hechos multiformes que te llevan hoy a amar, mañana a olvidar con la misma intensidad. Y sí pienso, y no me deshago de ese pensamiento, que la vida sin pasión no existe, no es vida, y si lo es, no es mi vida. Soy una mujer pasional, despierto tanto amor como odio, tanta admiración como consternación. Hago muchas boludeces, pero mas que hacerlas, las digo. Muchas veces –y gracias Dios por esto!- mi boludez se muere ahí, en los dichos y no en los hechos. Mi boludez es tan grande como la tuya, o como la de la vecina, pero es mía y más que de ella, no debería hablar.

Y digo perdón por la franqueza, gracias por la franqueza. Por quebrar la barrera sin levantarla. Digo cosas como siempre, ahora, nunca y me muero de dolor cuando me las tengo que comer. Porque siempre es una utopía, el ahora se demora en llegar y el nunca por momentos parece ser una constante. Hilar y tejer no son la misma cosa, el resultado es indefectiblemente distinto y las posibilidades se ven el la malla.

Pero aún todo, creo que tenemos enormes posibilidades. Y diciéndolo parece que hasta quisiera reírme del destino. Me mato a carcajadas de este presente y de las sucesivas demoras que se alternan como jugadas en una final de ajedrez. Las fichas sobre la mesa parecen no ser muy significativas. El tiempo –al que yo le doy valor supremo y la verdad, no sé por qué- parece no tener valor alguno en esta realidad. Esa creencia de construcción a la que me aferro no parece ser más de lo mismo.

A veces la paso mal porque las cosas no salen bien. La GRAN mayoría de las veces, porque no salen como esperaba –sisi, el tema de las expectativas- y de esas veces, muchas pasaron sin que yo hiciera nada para evitarlo, aún queriendo hacerlo. Y algunas otras, porque no me gusta la realidad que vivo, porque me canso de pelarla o porque siento una injusticia insoportable hacia mi persona. Me enfrento a este tramo de mi destino sin final cierto. Empiezo a creer que es tiempo de cerrar unas cortinas y abrir otras para que la luz cambie de ángulo y entonces tal vez, sólo entonces la luz deje de doler en los ojos. Me pregunto de que lado estarás, si nos veremos reflejados en el vidrio y si te veré empañado del otro lado del cristal.

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